La crisis económica o quiebras de la monarquía hispánica que se da durante el siglo XVII.
Entre 1550 y 1800, España incurrió en siete suspensiones de pagos. Pero el objeto de nuestro estudio la define temporalmente en la llamada dinastía Austria en España, destacando por reinados las principales quiebras en la hacienda, y sus causas.Sin duda, el imperio español fue uno de los más grandes conocidos; conservarlo a salvo y mantenerlo llevó en algunos momentos a la bancarrota económica. A estas bancarrotas económicas la historiografía les ha denominado como las quiebras de la monarquía hispánica.
La primera de las quiebras de la monarquía hispánica se da bajo el reinado del Felipe II.
El coste extraordinario de los crecientes recursos necesarios para el mantenimiento de unos dominios y de una política de defensa de la fe católica no podían ser cubiertos ni siquiera con la llegada de las remesas del quinto real que anualmente traía la Flota de Indias, sumadas a la creciente fiscalidad obtenida de las Cortes de Castilla (eran los reinos de la Corona de Castilla los que más contribuían, debido tanto a su mayor potencia económica y demográfica como a la mayor capacidad de la monarquía autoritaria en ellos). La revolución de los precios fue hundiendo la base económica productiva castellana.
La segunda quiebra que se da en la monarquía hispánica es un poco herencia de la anterior, y se da desde el mismo momento de la subida al trono en 1598 del sucesor de Felipe II, su hijo Felipe III. Hay que tener en cuenta que, durante el reinado de los Austria, es un período de gran conflicto exterior, en defensa principalmente de la fe católica, y que aunque llegan grandes remesas de oro procedente de América esta inyección económica se invierte en el exterior para pagar las deudas resultantes de activas acciones exteriores, sobre todo desde el punto de vista bélico. Pero sin duda, bajo el reinado de Felipe III, la principal suspensión de pagos se lleva a cabo en 1607 cuando la acumulación de débitos y la total imposibilidad de cancelarlos llevan a la declaración de la bancarrota reconvirtiendo la deuda flotante en una deuda consolidada o juros.
Las dificultades hacendísticas fueron una constante de todo el reinado, caracterizado por la conciencia de la denominada decadencia española y la crisis general del siglo XVII; así como por los precedentes de las quiebras de los reinados anteriores. Las suspensiones de pagos se llevaron a cabo en 1627, 1647, 1652 y 1662. La acumulación de débitos e imposibilidad de cancelarlos llevaban periódicamente a decretar la bancarrota, reconvirtiendo la deuda flotante en deuda consolidada o juros. Si bien la quiebra de 1627 afectó de forma muy importante a todo el sistema financiero internacional, la de 1647 sólo le afectó indirectamente, dado que la descomposición del Imperio español ya le había hecho perder prácticamente todo crédito.En 1621 sube al trono de España el rey Felipe IV, llamado “el Grande” o “Rey Planeta”. Su reinado de 44 años y 170 días fue el más largo de la casa de Austria y el tercero de la historia española. Los exitosos primeros años de su reinado auguraron la restauración de la preeminencia universal de los Habsburgo, pero la guerra constante de la Europa protestante y la católica Francia contra España condujeron al declive y ruina de la Monarquía Hispánica, que hubo de ceder la hegemonía en Europa a la pujante Francia de Luis XIV, así como reconocer la independencia de Portugal y las Provincias Unidas.En 1665 llega al trono español el último de los Austria, Carlos II, llamado “el Hechizado” quien hereda un reino decadente económicamente hablando.
Las dificultades hacendísticas heredadas obligaron a la suspensión de pagos en 1666. La inflación consiguiente y la penosa situación de la hacienda habían llegado a un extremo insostenible; de modo que sólo pudo recurrirse a una expeditiva reforma monetaria, llevada a cabo entre 1680 y 1686. A partir de entonces los precios se estabilizaron, el valor de la moneda de plata castellana se equiparó al de sus equivalentes europeos, y mejoraron las finanzas tanto de la Hacienda como de los particulares, si bien partiendo de un nivel enormemente precario.
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